La trilogía de partidos entre Real Madrid y Valencia ya ha pasado a la historia, para alivio de los valencianistas, que ven como sólo han logrado un empate (además intrascendente) y que el balance de goles es de 1-8 para los madridistas. Aunque estos números no son 100% fiables a la hora de comparar a ambos equipos (el único duelo verdaderamente desequilibrado fue el de Liga, que acabó 0-5) sí sirven para refrendar que el Valencia CF no está entre los clubes de primerísima línea y necesita cambios para poder ser un verdadero aspirante a títulos. Pero no sólo a nivel deportivo hay carencias, a nivel económico e incluso social y popular el Valencia CF está saturado de problemas.
Sobre lo puramente deportivo, destacan tres aspectos de la trilogía ante los madridistas:
– Cuando el Valencia es capaz de dar lo mejor de sí mismo (o estar muy cerca) compite y pone en problemas al Real Madrid. Se vio en la eliminatoria de Copa del Rey, especialmente en la ida (hasta el 2-0) y en ciertas fases del partido de vuelta.
– En sus fases de buen rendimiento, al cuadro valencianista tampoco le dio para ganar, bien por errores propios (falta de pegada, de convicción, de confianza…) o ajenos (mal arbitraje en el Santiago Bernabéu).
– Cuando el Valencia no ha estado bien, ha sido superado ampliamente por el conjunto madrileño. El 0-5 de la Liga es un ejemplo claro.
Estos tres puntos evidencian la diferencia existente entre uno y otro. Pero no sólo a nivel deportivo tiene problemas el conjunto valencianista. La cuestión económica y también la social son muy convulsas. Son demasiados frentes abiertos, y así es casi imposible estar o mantenerse en la ‘super élite’. No descubro nada ni soy el primero en decir que es necesario solucionar todo esto para poder crecer.
Al problema de la deuda se añade otro ahora: la propiedad del club. Cuando Bankia exija, a final de enero, la ejecución al IVF del aval del préstamo concedido a la Fundación Valencia CF por impago de ésta (recuerdo que el impago es ‘solo’ de los intereses, ni siquiera hablamos del crédito), la Generalitat Valenciana pasará a ser el accionista mayoritario del club, con todo lo que ello conlleva, empezando por la protesta de la población. O sea, que el Valencia CF, al menos a efectos legales y técnicos, será público. Es un asunto bastante serio, porque al gobierno no le interesan las acciones y querrá quitárselas de encima. Veremos si en su búsqueda de inversores/accionistas no acaban mendigando o si se aprovecha de la situación algún ‘espabilado’ (de la calaña de Inversiones Dalport).
Tampoco se puede olvidar el problema social (quizá consecuencia de los otros dos, nunca se sabe). La afición está cada vez más desencantada, muestra menos interés y está deprimida y adormecida. Una muestra está precisamente en los últimos partidos ante el Real Madrid. En ninguno de los dos partidos, ni en el de Liga ni en el de Copa del Rey, Mestalla se llenó, algo impensable tratándose de un rival como el Real Madrid. E incluso el ambiente entre los presentes era algo desangelado, sin la garra ni el ánimo constante que se suele dar ante equipos de este calibre. También hay que reflexionar sobre este asunto, porque la afición es tan importante como el dinero o los jugadores para un club.
